Mensaje

El mundo sigue dando vueltas, y vueltas, y más vueltas. Mi dilema se incrementa con el pasar de las horas, una guerra sin medida entre la razón y el sentimiento. Seré directa: te necesito. Eres como la droga que más he consumido. En este síndrome de abstinencia te confieso una pequeña verdad:
Las entrañas me vibran al escuchar tu nombre, un susurro a la distancia se vuelve aire fresco en mi rostro, ella conspira buscando dolor, yo me quedo en jaque flotando en la nada.
Luego de un tiempo he revivido, un cartero llegó a mi puerta, me entrega un telegrama en idioma distinto, lo reviso, trato de descifrarlo, sonrío, no sé si enojarme o reírme, me piden imposibles, caigo a un abismo sin fondo.
Campanas suenan a mi alrededor, tambores a lo lejos me indican que he retornado a la tierra, como si fuera una película corro, música suena alrededor, los edificios caen, las flores renacen, los animales me protegen, amo que hayas recibido y leído todas mis cartas desde el inframundo.
Llega la noche, me arropo y miro al vacío: “Llega un momento de tu vida donde nada importa, solo esperar esa llamada, ese mensaje, esa presencia. ¿De que me vale una mansión en la colina más alta con todo el universo a nuestros pies? ¿Acaso el dinero compra al amor? ¿Te condiciona? ¿Te obliga? ¿Te amarra sin escapatoria?”.
Finalmente, guardo el mensaje, lo he entendido. Ya no hay pájaros azules, ni gorriones ni canes resguardándome. Solo soy yo, mi yo interno en espera, sonriente y decidido a arriesgarse a dar batalla a futuro.
Ya no más temores, no más lágrimas, solo mi ser y los pasos que dé para conseguir aquel sueño utópico mutuo: 
un hogar.

Comentarios

Entradas populares