Realidad
Arrodillada
junto a la ventana, con los brazos colgando al vacío y el canto de
un pájaro: ese es el panorama luego de tres días de
silencio, silencio sepulcral, altanero y cobarde. Doy mi último
rezo, mientras mil gotas de rocío caen en mis mejillas, el viento
helado avisa que un inesperado invierno ha invadido mi primavera,
sigo confundida, tengo frío, la temperatura es implacable y necesito
abrigo, todo es en vano, mis brazos están congelados al igual que
mis pies. Una presión en el pecho me avisa que es hora, hora de
dejar atrás cada dolor, humillación, palabra no dicha, escondida,
perdida. Reviso entre mi ropa si existe alguna capa, me coloco un poncho de hilo blanco para salir a caminar no sin antes poner en la
cartera mi polvo de estrellas, una libreta, un lapicero, el corazón
roto y una esperanza inquebrantable.
He
vuelto a la realidad, no estoy en la Luna, no soy una alienígena ni
mucho menos un ser estelar; soy yo, Ali. Un simple chica que buscó
refugio en brazos prohibidos, aquella que recibió una herida mortal
espiritual hace pocos días, la que salió de las cenizas y ha
regresado a su cordura, quien dejó las pastillas, que retomó su
pasión (el arte) y sobretodo, quien decidió amarse a si misma pese
a la adversidad. Sentada en una sala de redacción me encuentro,
mirando la ventana, viendo como las aves pasan e imaginando un mundo
que no existe, un universo paralelo lleno de perfección, lo peor de
todo es que fui yo quien lo escribió, un par de ojos vuelven a la
mente, un adiós caótico, cargado de mentiras, odio, demonios,
olvido, calumnias, manipulación, interés, cobardía y fe.
Fe,
fe de volver a verte, en no olvidarte, en revivir en otras 7 mil
millones de vidas más y hasta el infinito para ser felices por fin.
Maldita sea la hora, el momento, la circunstancia, el sabotaje, todo.
Debo hacerme la idea que jamás serás mío, nunca podré verte al
amanecer acariciándote el rostro y sonriendo abrigado a mi pecho,
todos mis sueños murieron, se congelaron, ¿y yo? Aquí, sentada,
recreando mi mundo oyendo la misma canción – nuestra – en la
radio, gritando en silencio y corriendo por todos los pasillos de
este laberinto llamado realidad.
Unas
manos oliendo a manzana cubren mi rostro desencajado, secan las
lágrimas y sienten el viento frío limeño. Voy sola al cine, me
siento en la butaca final, me hago 'bolita', veo una película de
Disney; el nombre de la protagonista me recuerda a esos días donde
pasaba esas mismas manos con aroma a manzana por mi vientre aún plano pero que florecía en su interior. Violetta, Luna, Luna
Violetta. Fernando, Rafael, Rafael Fernando. Hubiese sido perfecto saber qué color de ojos tendrías,
si heredabas mi cabello o el hermoso alboroto de él, si tenías el
poder de volver el día más frío en un verano con tan solo mostrar tu sonrisa, si
gritabas por las noches para cantar o investigar algún texto de
medicina, fácil hubieses salido corriendo – como ambos – en
búsqueda de nuevos horizontes, no lo sé, Dios sabe porque hace las
cosas. Tomo un sorbo de agua, sigue la proyección, llega el final, la protagonista encuentra por fin su destino, salgo de la sala, un poco identificada - no voy a negarlo - todos me miran, me siento acosada, corro al baño y
me veo al espejo, una anciana de cabellos dorados me pregunta si soy actriz, le respondo
que no, me mira nuevamente y me repite '¿segura? Eres muy linda como
para desaprovechar un chance, éxitos'. Quedo en jaque, me lavo la
cara sin ni una gota de maquillaje, estoy roja; mis mejillas y labios rosados hacen contraste con mi
saco de cuero rojo, mis jeans azules, mi blusa blanca y mis botas
de tacón marrón claro. 'Me veo bien', sonrío.
Camino
todo Larco rumbo al paradero, llego a Petit Thouars, tomo el bus a
casa, 'será un largo tramo', pienso, cierro los ojos y me concentro. Vuelvo a
sonreír en silencio, llego a casa, saludo a mamá, ceno, la misma rutina de
siempre, el mismo cuento de siempre.
¡Alto! Me olvidaba, Ali sigue en la Luna.
Sueño y regreso a mi universo,
esparzo un poco de polvo de estrellas en el pasto humedecido, el
invierno se esfumó, ha salido un sol espléndido en mi hogar,
mientras que a lo lejos un grupo de personas de asoma, ¿Quiénes son? ¿Qué
quieren? No tengo miedo, creo que ya sé a que vienen. Prendo la
estufa, cocino un poco de pasta, las buenas nuevas se aproximan, un
viaje a Júpiter es mi próximo destino. Tal vez si, tal vez no. Lo
dejo en sus manos.
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