Gorrión

Y como un milagro llegó el día, frío, bipolar y gris, donde junto a mamá decidí destruir aquellas píldoras. Pastillas, medicina, droga, muerte lenta. Los ojos marrones de ella me indicaban 'bótalos, no seas dependiente', mis manos frías temblaban al compás de las manecillas del reloj. No pierdo la fe, la esperanza y un sinfín de ilusiones infantiles, ya saben a lo que me refiero. Solo por hoy voy a dedicar un grito de libertad mientras dichos fármacos se diluyen lentamente en agua.
Cómo las odiaba, era una tortura contar las horas y beber un sorbo de agua junto a la pastilla azul, bendita pastilla azul, ¿recuerdas que te dije que no iba a depender de ti? Lo hice. Me siento orgullosa de mi misma.
Son pocas las veces donde creo que pertenezco a este mundo caótico, plagado de ira, dolor y malas personas; lejos de todo, volteo la página y me encuentro con un paraíso, algo así como cuando estoy en la Luna y me siento al lado de la ventana, bajo el mismo árbol, con la voz del pajarillo… pajarillo azul, azul, pájaro, ave, azul, azul. Demonios, ¿Dónde estás? Busco, salgo al campo, corro, lo llamo por su nombre, Ali tiene miedo, miedo de quedar sola, se había vuelto dependiente de ese animalito con alas. Oye un sonido a lo lejos, entrecierra los ojos, ¡es él! grita, error, no es su pajarillo azul, es otro, un gorrión, gorrión que le informa sobre el cambio de guardia ¿cambio de guardia? Sí Ali, cambio de guardia. 'Todas las aves que vengan son enviadas desde la tierra para tu protección'. Los ángeles hacen sonar las campanas, aquel gorrión se posa en mi cabello, entramos a casa.
Gorrión prefiere estar cerca de mi, tiene marcado en su pecho marrón grisáceo tres líneas blancas muy sutiles, tres, el número tres tiene un significado para mi, me toco el vientre, sonrío, una lágrima cae, continúo. Gorrión me indica que hay muchas salidas para tanta adversidad, que en un futuro no muy lejano deberé abandonar el autoexilio y dejar de escribir cartas desde el inframundo a la nada. Gorrión se indigna con tanta mala vibra, me picotea la oreja, me repite que no sea infantil, que madure y sonríe, la vida da vueltas. No le hago caso, mientras tanto, le propongo crear un hogar con cimientos de titanio y cortinas con hilos de diamantes. Amo las cortinas blancas de encaje y brillosas, contrastan con el sol de verano y llena de vida cualquier ambiente. 
'¡Hija! ¡Reacciona! Ya está listo el almuerzo, ven a la mesa', sentencia mamá. Miro los restos de aquellos fármacos diluidos en agua, los boto, se van por el caño. Camino rápidamente y empiezo una amena reunión junto a mi progenitora, está deliciosa la comida, mi nueva casa no es un palacio, ni mucho menos una mansión, pero tiene algo que nunca va a faltar: amor de verdad.

Pronto escribiré sobre mi humilde lugar de reposo temporal, mamá me dice que deje de escribir, ella también les manda saludos – desde su propia Luna – pero antes de ello, debo comer. Hasta pronto.  

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