Días de primavera
A
veces quisiera tener una máquina del tiempo, retroceder días,
semanas, meses y saber si pude haberme cruzado en tu camino alguna
vez sin querer queriendo. Hoy es uno de esos días, tan extraños,
parsimoniosos, llenos de sonrisas que me recuerdan aquellas tardes a
tu lado, tomados de la mano mientras manejabas, verte sonreír por el
retrovisor, engreírte con dulces después de tus largas jornadas
matutinas, hacerte masajes y sentir tu piel erizada, todo eso y más.
Ser solo dos, sin más que decir, sin gastar un centavo, sin nada
material, solo viviendo esa magia llamada 'amor'.
Todo
es tan diferente ahora, aquellos días que pensé serían eternos
terminaron de una manera tan súbita y fría que aún me cuesta
creerlo. Detesto tanto la manera en como evitas mi presencia, tus
palabras ahora breves y monosilábicas me demuestran un doble filo
que tanto temía, preguntas sin respuesta habitan en mi mente, pueda
ser que esté cegada o ilusionada; pero, ¿qué hago yo? Sonrío por
mera presencia, despierto esperanzada en un nuevo mañana, continuar
viviendo en este mundo sombrío y rodeado de personas dañinas, esas,
que te robaron de mi lado.
'Solo
quería hacer las cosas bien', es lo que siempre me repetiré en
defensa. Nunca me importó tu pasado, nunca pregunté si habías
tenido capítulos oscuros en tu vida o si aún frecuentabas alguna
que otra amistad perturbadora; no, nunca cuestioné nada de ti, sin
embargo, tu a mi sí. Me calificaste de 'falsa' y 'cobarde' sin
preguntar si quiera porqué mantuve 'esa' – maldita –
conversación, te dejaste llevar por el momento. Debes pensar que soy
lo peor, pero ¿qué puedo decir? Sí, tengo un pasado oscuro y frío,
el cual dejé hace mucho tiempo. Te di las llaves de mi corazón, te
di lo poco que me quedaba de cordura, fui a ciegas dándote la mano y
pensando en un futuro juntos.
¿Tonto,
no?
Esa
es mi verdad, la cual llevaré hasta que el viento se ponga a mi
favor, nuevos rostros me esperan a la vuelta de la esquina, nuevos
horizontes se abren entre mis dedos y amistades me recomiendan
alejarme. No lo haré, me quedaré aquí, te esperaré en la misma
estación de tren, sentada, con ese vestido azul que tanto te
gustaba, con mi cabello recogido de lado, con mis manos pequeñas
oliendo a manzana, con estos ojos negros llenos de esperanza, estos
ojos, que aún creen en aquel futuro que soñamos juntos.
No
tengo miedo al qué dirán, pero es mi última confesión: te amo. No
por el dinero, ni el título, o las cosas materiales que puedas
disfrutar, te amo de una manera tan inocente que ni yo misma puedo
creer. Amo tu forma de hablar, de ayudar a las personas, de
caminar, de expresarte, de sonreír, me conquistaste con tu
inteligencia, con tu extraña manera de ver la vida, con tu niño
interior que pide a gritos ser amado.
No
puedo decir más, el resto me lo dejo para los sueños, aquellos
donde aún apareces y corro a abrazarte como la primera vez.
No
lo dudes, seguiré aquí, esperando, mientras transcurren estos días de primavera en mi luna, nuestra luna, mi hogar, tu hogar.
Nuestro hogar.
Comentarios
Publicar un comentario